Las cartas en Dubrovnik
De Juan Sebastián de Elcano al Emperador desde Sanlúcar de Barrameda,
y del maestre Juan Bautista de Punzorol a un «noble señor» desde Tidore.
Este aporte ha sido posible gracias a la iniciativa de Braulio Vázquez Campos, Director del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, quien solicitó al Državni Arhiv u Dubrovniku la digitalización de este documento, y el permiso de reproducción en rutaelcano.com.
En nombre de todos los que amamos esta historia, GRACIAS.
Análisis de la carta de Juan Bautista de Punzorol por Braulio Vázquez, en la revista Anuario de Estudios Americanos, disponible aquí.
Mostramos un documento perteneciente a los fondos de los Archivos Estatales de Dubrovnik (Croacia), que contiene una copia en italiano de dos cartas importantes relacionadas con la historia de la expedición. Su signatura es HR-DADU-7-3-6, sv 1. br.27.
Dubrovnik era y es un importante enclave en la costa del Adriático. Durante siglos fue el corazón de la República de Ragusa, con la que España mantuvo una estrecha relación, que alcanzó su momento álgido en el s. XVI. Quizá el mejor ejemplo de ello fue el famoso sitio de Castelnuovo —que se encuentra a solo 50 km de Dubrovnik— en el que un tercio español defendió heróicamente su fortaleza frente al turco, en el año 1539.
Un diplomático llamado Jakob Banicevic, o Jacopo Banissio, hizo una traducción al italiano de los originales en castellano de estas cartas, y las envió a Ragusa. Allí se conservan, escritas una a continuación de la otra en un mismo documento.
Dubrovnik, antigua Ragusa, con la que España mantuvo una estrecha relación, en especial durante el siglo XVI.
Copia en italiano de la carta dirigida por Juan Sebastián de Elcano al Emperador Carlos V,
escrita en Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522.
Al arribar a Sanlúcar de Barrameda, Elcano escribió a Carlos V dando noticia de su regreso con una de las cinco naos que habían partido al descubrimiento de la Especiería y, orgulloso, le hacía saber que su principal logro no era ese, sino que hemos descubierto y redondeado toda la redondeza del mundo.
La carta original fue portada inmediatamente a Valladolid y entregada al Emperador. Se ocupó de ello el correo Luis de Castellanos, quien consta que lo hizo en tan solo tres días menos seis horas. Carlos V recibió la noticia con gran alegría, y premió al portador con nada menos que 50 ducados de oro como albricias por la venida de la nao Victoria, que posteriormente le pagaron los oficiales de la Casa de Contratación, anotando que, al hacerlo, este quedó muy contento.
Por desgracia, el manuscrito original de esa carta de puño y letra de Elcano no ha perdurado, o al menos que se sepa.
Para volver a tener noticias de esta esta carta hubo que esperar a la primera mitad del siglo XIX, cuando Martín Fernández de Navarrete publicó una transcripción de su contenido en el Volumen V de su archiconocida obra Colección de los Viages y Descubrimientos que Hicieron por Mar los Españoles desde Fines del siglo XV. ¿Tuvo acceso Navarrete al documento original, o se basó en una copia? Eso es algo que no sabemos.
Porque por suerte, en su día se hicieron al menos tres copias del original. Una de estas copias, que imitaba la firma de Elcano, la compró en subasta el Ministerio de Cultura de España después de que se determinara su autenticidad. Esto ocurrió muy recientemente, en el año 2014, pasando a los fondos del Archivo General de Indias de Sevilla con la signatura Patronato, 48, R.20, folios 1r -1v.
Transcripción de la copia de la carta conservada en el A.G.I.
Pero hay otras dos copias, en italiano, y una de ellas es la que mostramos. Fue transcrita en la Raccolta di documenti e studi de la R. Comissione Colombiana, Vol I, Parte III, Roma, en 1892. Basándose en esta publicación, José Toribio Medina la tradujo al castellano, y fue publicada a su vez en su obra magna El Descubrimiento del Océano Pacífico: Vasco Núñez de Balboa, Fernando de Magallanes y sus Compañeros, Documentos. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1920.
Copia en italiano de la carta dirigida por el maestre de la nao Trinidad, Juan Bautista de Punzorol,
a un "noble señor", escrita en la isla de Tidore el 21 de diciembre de 1521.
Como es bien sabido, tras alcanzar las islas de la Especiería, y en concreto la isla de Tidore, las dos naos que por entonces restaban de la expedición se separaron. Los de la nao Victoria tomaron rumbo de vuelta a España sin escalas intentando así dar la primera vuelta al mundo, mientras que los de la nao Trinidad, después de reparar la avería que les impidió zarpar junto a la Victoria, no tomarían ya este camino tan largo sin buscar refugio a medio camino, y optaron por dirigirse a Panamá, a la costa descubierta seis años antes por Vasco Núñez de Balboa, donde esperaban encontrar ayuda de otros españoles.
El genovés Juan Bautista de Punzorol era el maestre de nao Trinidad, y quien ejercía de máximo experto en navegación en aquella nave, dado que su capitán, Gonzalo Gómez de Espinosa, había sido elegido por los demás para ese puesto por otras virtudes, pero no la de ser marinero. A sus 52 años, Punzorol era un veterano marino que, además, había embarcado en la expedición junto a su hijo Bautista, que ejercía el oficio de marinero.
Padre e hijo separaron sus destinos en Tidore, al marchar este con la nao Victoria, lo que se puede interpretar como una muestra más de la enorme ilusión que despertaba entre todos estos hombres intentar ser los primeros en dar la vuelta al mundo, si bien es cierto que los de la Trinidad quedaban allí bajo el riesgo de que llegara la armada de Diogo Lopes Sequeira en cualquier momento, y de su consecuente detención. Precisamente por no correr ese riesgo con ambas naves se decidió entre todos que la Victoria marchara en solitario mientras la Trinidad era sometida a las reparaciones necesarias.
El 21 de diciembre de 1521 la nao Victoria zarpó de Tidore separándose de la Trinidad, pero tal como contaba Antonio de Pigafetta, no pudieron hacerlo hasta mediodía porque tuvimos que esperar a que nos trajesen las cartas que nuestros compañeros que se quedaban en el Maluco mandaban a España. Una de esas cartas la escribió Juan Bautista de Punzorol, y la dirigía a un personaje desconocido, al que se refirió como noble señor. A diferencia de lo que ocurre con la carta de Elcano, no hay constancia de ninguna otra copia de esta carta de Punzorol, siendo el ejemplar que se muestra aquí la única fuente primaria por la que conocemos su contenido.
Rutas seguidas tanto por la nao Vitoria (en naranja) como por la nao Trinidad (en blanco) después de que las tripulaciones decidieran seguir diferentes vías de vuelta a España. La separación se produjo en la isla de Tidore, desde la que Punzorol envió esta carta a bordo de la nao Victoria.
Isla de Tidore, en el archipiélago de las Molucas. La Especiería.
Tampoco nos constan los originales de ninguna de las otras cartas que llegaron a España a bordo de la Victoria de mano de los tripulantes de la Trinidad, ni tenemos noticia posterior de lo que se decía en ellas. Pero de la escrita por Juan Bautista sí. Esta copia en italiano que aquí mostramos, había sido traducida al castellano por José Toribio Medina en 1920, y publicada en El Descubrimiento del Océano Pacífico: Vasco Núnez de Balboa, Fernando de Magallanes y sus compañeros. No obstante, el propio Medina refería que no había tenido acceso al documento original en italiano, sino a una publicación previa de 1889 titulada Zwei briefe über die Maghellanische Weltumseglung, Eugen Gelcick, Viena, 8º, pp. 7-8.
Traducción de la carta de Punzorol (según José Toribio Medina)
El contenido de la carta es singularmente importante por cuanto Punzorol refiere en ella los motivos que les llevaron a tomar la decisión de separar los destinos de ambas tripulaciones, aclara que esta fue una decisión conjunta tomada por acuerdo entre todos, y cuenta la intención de acudir a Panamá, donde esperaban encontrar la ayuda de Andrés Niño.
Además de ello, también es uno de los documentos más emocionantes de cuantos contamos, puesto que pide a su destinatario por su hijo a bordo de la Victoria: rogándoos que hayáis por encomendado al hijo mío que va en esta nave. Desgraciadamente, tanto el padre como el hijo terminaron falleciendo, aunque en circunstancias muy diferentes. El hijo murió por causa de la penuria extrema por la escasez de agua y alimentos que llegó a vivirse a bordo de la nao Victoria en el Atlántico, falleciendo el 14 de junio de 1522 junto a la costa de Guinea.
Juan Bautista murió más tarde. Sobrevivió al intento de vuelta por el Pacífico de la nao Trinidad, que fue una travesía incluso más terrible que la de la nao Victoria, pero al regresar a Tidore fue apresado por los portugueses que ya habían llegado allí poco después de su partida. Fue trasladado a las plazas portuguesas de Banda, Malaca y Cochín, de donde consiguió huir como polizón en una nao que partía hacia Lisboa. Allí supo de otro de sus compañeros, el también genovés León Pancaldo, que a su vez se había colado como polizón, pero ambos fueron descubiertos y se les dejó en la factoría portuguesa de Mozambique.
Desde allí, en noviembre de 1525 escribieron conjuntamente dos cartas contando su situación deseperada: tenemos miedo de morir por ser la tierra muy doliente, y más señor porque se van aquellos hombres honrados que nos daban de comer. Una de estas cartas iba dirigida al Emperador, y la otra a un personaje desconocido referido como «Reverendísimo Señor» (¿quizás el presidente del Consejo de Indias, Juan Rodríguez Fonseca?). Ambas se conservan hoy en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo, por lo que probablemente nunca llegaran a sus destinatarios sino que fueron requisadas por los portugueses. León Pancaldo consiguió colarse nuevamente como polizón en otra nave que zarpaba hacia Lisboa, y fue encarcelado al llegar. A principios de 1527 fue liberado, regresó a España, y contó que, como ya él mismo temía, Juan Bautista había terminado muriendo en Mozambique.
Macías del Poyo, uno de los pocos supervivientes de la expedición de Loaysa que regresaron a España, declaró en 1537 que oyó decir a los dichos portugueses que, a un genovés que iba en la dicha nao [Trinidad], porque era piloto, lo habían muerto con ponzoña. Es probable que se estuviera refieriendo a nuestro desdichado Juan Bautista de Punzorol.
Junio de 2020. Actualizado en septiembre de 2021.